lunes, 10 de noviembre de 2008

La muerte: una herida absurda

Por Marcelo Saltal marcelocree@yahoo.com.ar
Revista El Abasto, n° 104, noviembre, 2008
La joven actriz Francisca Ure se animó y decidió para debutar como directora teatral vérselas con un proyecto de la envergadura de Gritos y susurros, en una adaptación suya de la película homónima de Ingmar Bergman. De esta forma, esta teatrista decidió apostar fuerte. Y digo esto porque no siempre la decisión de llevar una película para hacer en teatro corre buena suerte; lo que es sumamente lógico ya que se trata de dos lenguajes completamente distintos: cada uno responde a sus propias reglas. Pero Ure no se amilanó ante esto, más bien todo lo contrario. ¿Y quieren qué les diga la verdad? No le fue nada mal a la muchacha en su tarea. Les cuento… Lo primero que impacta de esta versión teatral es la acertada utilización del espacio tanto como el uso cromático que impera. Prevalece así, desde el comienzo mismo del espectáculo, una fuerte inclinación hacia aquellas tonalidades oscuras. Potenciando, de este modo, el clima opresivo que trasunta este espectáculo. Quizá, esta sabia elección en el uso de los colores responda a que el germen inicial de todo esto es una película y si algo caracteriza al cine, es, precisamente, la presencia de la imagen. Ya lo dicen los que saben: el cine es imagen ¿no? La elección de colores opacos fue el marco cromático ideal, entonces, para contar una historia como la que narra esta obra, donde el acento está puesto en la inevitabilidad de la muerte y en lo que todo esto conlleva para los seres queridos más cercanos a la víctima.

Otro de los grandes aciertos de Ure fue su decisión de poder traspasar los primeros planos cinematográficos de algunos momentos de los personajes llevándolos casi a proscenio, dirigiéndose al público. Un recurso sencillo, si se quiere, pero no por eso menos eficaz. También,está muy lograda la creación del universo onírico que por momentos presenta. El tránsito del mundo real al onírico se desarrolla con suma fluidez, casi sin que nos demos cuenta. Y esto habla muy bien de la directora. A decir verdad, hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de presenciar un espectáculo teatral como me pasó con éste. Es encomiable el excelente nivel interpretativo del elenco, de todas ellas. Se destacan la sutileza en sus interpretaciones así como la profunda carga dramática de cada uno de sus personajes.
marcelocree@yahoo.com.ar

FICHA TÉCNICA:
Obra: Gritos y susurros. Autor: Ingmar Bergman. Adaptación: Francisca Ure. Elenco: Sabrina Gómez, Clarisa Hernández, Florencia Santchouk y Nadia Marchione. Asistentes de dirección: Laura Correa y Mauro Antón. Dirección: Francisca Ure. Sala: Beckett Teatro.

jueves, 30 de octubre de 2008

La versión de un film de Bergman

Por Carlos Pacheco, para La Nación
Gritos y Susurros se aproxima al intrinc
ado mundo de los personajes femeninos
Nuestra opinión: BuenaBasada en la conocida historia de Ingmar Bergman, esta versión teatral de Gritos y susurros se aproxima al mundo de unos personajes femeninos ligados por una conflictiva relación familiar y, lo hace reduciendo ciertas cuestiones efectistas, para detenerse en el valor de las relaciones propiamente dichas y en unas conductas personales intrincadas, sombrías, donde la competencia y el resentimiento han dejado marcas profundas.

Dos hermanas concurren a la casa familiar donde la tercera agoniza, acompañada por su criada, con quien mantiene una relación de proximidad muy inquietante. Las tres hermanas presentan perfiles muy diferentes y el cruce entre sus personalidades provoca una dramaticidad intensa.

Riqueza y calidad

El espectáculo tiene, sobre todo, una imagen muy cuidada. La composición de cada escena ha sido analizada en detalle para tratar de develar algo más del comportamiento de esas mujeres, que siempre aparecen en espacios bien delimitados.

Quizá si la dirección hubiera profundizado las conductas de los personajes con más vigor, esas cuatro criaturas resultarían más agobiantes para el espectador y la historia se acercaría más al original de Bergman. En ese sentido, para quienes vieron la película, las comparaciones resultan imposibles y el cruce entre una ficción y la otra permite observar fuertes contrastes.

Las cuatro intérpretes exponen rasgos muy particularizados para definir a sus personajes, los que van haciéndose más intensos a medida que la representación avanza. Hay riqueza en esas composiciones y cada una tiene su momento de proyección y con ajustada calidad.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Por Propios Caminos

Por Gabriel Peralta, www.criticateatral.com.ar



Muchas veces, al adaptar una obra de un lenguaje artístico a otro, el original influencia de tal manera al nuevo formato, que deja a este en la categoría de copia.
La adaptadora y directora Francisca Ure asume ese riesgo al llevar al escenario Gritos y susurros, la película de Ingmar Bergman.
La doble tarea, por demás ardua, de Ure de llevar el universo “bergmaniano”, con sus recovecos, sus sutilísimos corrimientos, y su carga emocional, adosándole su propia visión, es encomiable.
La adaptación se centra sobre la relación de las cuatro mujeres, el espectador sabrá de sus vidas y sus interrelaciones, por sus discursos, todo pasará por la subjetividad de cada una de ellas – esta es una de las marcadas diferencias, con el film, en donde un ojo omnisciente escudriña los trasfondos de la vida de cada una de ellas- no existe una mirada exterior, si no que todo estará teñido por la acción y la voz de cada mujer.
Al escindir personajes de una vital influencia en la vida de estas mujeres, los conflictos surgen de la relación de las mujeres entre sí; y esta es otra elección que tiene su pro y su contra: los problemas de relación con el mundo exterior de Karin y María, quedan apenas esbozados, provocando un pequeño des-balance con la potencia que tienen los conflictos de Agnes y Anna.
Es audaz la resolución que brinda Ure a la escena final de la obra, agregándole una cuota de misterio, a la ya de por sí irreal situación. Queda por afuera de toda cuestión como, a pesar de ir por distintos caminos, la directora llega al mismo pensamiento del director sueco: la trascendencia de la vida pasa por atesorar los pequeños y fugaces momentos de felicidad que nos brinda los afectos.

Sabrina Gómez (Agnes) realiza una buena labor, apartándose de las exageraciones que propicia este tipo de trabajos; tanto Clarisa Hernández (Karin) como Florencia Savtchouk (María) –por lo antedicho- logran sus mejores momentos en la bella e intensa escena que juegan las dos hermanas; y Nadia Marchione le dota a su Anna de toda la humana ternura que su personaje requiere.
El diseño de escenografía de Sol Soto, respeta colores y objetos referenciales del film (cama y sillón; colores blancos, negros y rojos) dentro de un espacio que propicia puntos de fuga para los personajes, y diferenciaciones de distintos planos (realidad-sueño //presente-pasado).
Es bueno el vestuario de César Taibo y Emiliano Martins, al respetar época, clase social y a su vez conjugando el mundo interior de los distintos personajes.
De vital importancia el pictórico diseño de luces de Omar Possemato.
La versión Ure (Francisca) de Gritos y susurros, permite reencontrarnos con interrogantes y sensaciones, y con un interesante contrapunto de lenguajes artísticos.

miércoles, 27 de agosto de 2008

La dinámica de un drama agobiante

Por Juan José Santillán, especial para Clarín.
http://www.clarin.com/diario/2008/08/26/espectaculos/c-00505.htm

Los puentes entre las partes de la pieza y el trabajo de las intérpretes son fundamentales en la puesta de Francisca Ure.


LA PUESTA TIENE UN DISEÑO ESPACIAL Y ESCENOGRÁFICO, TAREA DE SOL SOTO, QUE TRABAJA SOBRE LA DELICADEZA DE LOS OBJETOS Y UNA FUERTE INTENSIDAD CROMÁTICA, UNO DE LOS ACIERTOS DE ESTA PRIMERA PUESTA DE FRANCISCA URE. ELLA HABÍA SIDO ASISTENTE DE DIRECCIÓN DE CLAUDIO TOLCACHIR EN "ATENDIENDO AL SR. SLOANE", QUE SE OFRECIÓ EN LA CIUDAD CULTURAL KONEX, EL AÑO PASADO.

Basada en la película de Ingmar Bergman Gritos y Susurros, el debut de la joven directora Francisca Ure y su grupo de actrices propone una adaptación de este filme al teatro. Si el teatro y el cine trabajan en andariveles y códigos propios a cada formato a veces irreconciliables entre sí, la apuesta en este tipo de adaptaciones generalmente se desarrolla en áspero terreno.
Arriesgada apuesta teatral, entonces, de Francisca Ure sobre una película que exige un sólido grupo de intérpretes, tanto por la necesidad de concretar escenas con mínimos matices y elementos, como por la composición de personajes sobre un fondo que sigue una estructura musical de cuatro movimientos. Los puentes entre las distintas partes de la pieza, junto al trabajo de buenas intérpretes, son fundamentales para concretizar la dinámica de un drama agobiante.

Gritos y susurros, además, es una pieza compleja en su aparente linealidad. Remite a los motivos elaborados en Tres hermanas por Chejov, sólo que Bergman concentra la desolación ante el inevitable designio de las tres hermanas -Agnes, Karin y María- como punto de partida sobre el que se tejen las relaciones. La muerte es de alguna manera acontecimiento aglutinante y se incorpora como matriz fantasmagórico donde halla su particularidad cada personaje.

En la puesta de Francisca Ure, por lo tanto, la consistencia dramática de los vínculos se realiza sobre un hecho consumado: la enfermedad incurable de Agnes (Sabrina Gómez). Ella yace en cama convaleciente al cuidado de sus dos hermanas Karin (Clarisa Hernández) y María (Florencia Savtchouk), y la ama de llaves de la casa, Anna. Agnes espera la muerte y trata de componer su infancia y sus deseos artísticos en un clima familiar opresivo. Karin es la más distante y fría de las hermanas, y su actitud es el contrapunto con María, de comportamiento infantil y poca noción de lo que sucede en la casa.

A su modo, Agnes trata de encontrar sentido de sus vínculos en vida y registrarlo en su diario íntimo, objeto que junto a las pinturas que realiza en su agonía son vertebrales para la trama. El vínculo entre las tres hermanas queda fragmentado y quien une esos restos es Anna. La cercanía entre la ama de llaves con Agnes es intenso y va más allá, incluso, de las características maternales. Sin embargo, estos elementos no logran asentarse en la versión teatral de Ure que se concentra, más bien, sobre la muerte y las resonancias emotivas entre las hermanas. Quizás, lo que pueda llegar a resentir esta puesta es lo que se deja afuera de la trama y es copado por un caudal de silencios que, a veces, colabora al armado de escenas, pero en la sumatoria deteriora su desarrollo. Por otro lado, lo que se abandona tiene cierto peso en la pieza, por ejemplo, la muerte de la hija de Anna, una de las causas de su fraternidad con Agnes; o la presencia del médico que despierta distintas reacciones entre las hermanas.

El diseño espacial y la escenografía, a cargo de Soledad Soto, fracciona el espacio de la casa donde acontece la obra. Muebles de madera maciza, velas y refinadas tazas de té dominan la escena junto a la intensidad cromática. Las cortinas y tapizados son rojos, mientras que sábanas, camisones y vestidos oscilan entre el blanco y el negro. La idea y el trabajo sobre el espacio resulta un punto atractivo del debut de esta joven directora.

martes, 19 de agosto de 2008

EL equipo de Gritos


FICHA TÉCNICA
Elenco:
Sabrina Gómez como Agnes
Clarisa Hernández como Karin
Florencia Savtchouk como María
Nadia Marchione como Anna

Diseño de escenografía: Sol Soto
Diseño y realización de vestuario: César Taibo
Diseño de iluminación: Omar Possemato

Fotografías: Nicolás Porta
Diseño Gráfico:
www.dalmiro.com
Asistentes de dirección: Laura Correa, Mauro Antón, Luciana Sanz


Adaptación y Dirección:
Francisca Ure

Sinopsis de Gritos y Susurros

Esta adaptación de la gran película Gritos y susurros de Ingmar Bergman pone en escena la historia de una mujer enferma que vive con su mucama, empeora rápidamente y sus hermanas (únicos familiares) se reúnen para cuidarla en sus últimos días.
Conocemos muy poco de sus vidas, pero no necesitamos saber más que su presente.
Muere la hermana al principio del drama, pero la muerte se queda en la casa.
A lo largo de la obra se descubren los universos de estas cuatro mujeres imaginadas por Bergman entre quienes no existen los silencios internos.

LAS FUNCIONES

Gritos y Susurros puede verse todos los jueves a las 21hs en Beckett Teatro: Guardia Vieja 3556.
La entrada general es de $20 y de $15 para estudiantes y jubilados con acreditación.
Por reservas, comunicarse con la sala al 4867-5185.
Puede solicitarse más información a la siguiente dirección de mail:
gritos.susurros@gmail.com

viernes, 8 de agosto de 2008

Partes...

Lo propio nuestro es la inmadurez eterna.
Lo que hoy podemos pensar, sentir y decir, forzosamente se convertirá en una tontería para nuestros biznietos. Mejor sería, pues, que ya hoy tratásemos todo esto como una tontería, adelantándonos al tiempo…
Pronto empezaremos a temer a nuestras personas y personalidades. Y, en vez de vociferar y rugir: yo creo eso, yo siento eso, yo defiendo eso, diremos con más humildad: a través de mí, se cree, se siente, se hace, se piensa, se obra…
Y, por encima de todo, lo humano se encontrará un día con lo humano. ¿Qué es lo que os gusta más: pimientos o pepinos en estado fresco? Os pregunto esto con toda seriedad y con el máximo respeto para todas vuestras partes, sin excepción alguna, pues sé que constituís parte de la humanidad de la cual yo también soy parte, y que parcialmente participáis en una parte de una parte de algo que a su vez es una parte y de la cual yo también soy una parte, por lo menos en parte, con todas las demás partes de partes de partes de partes de partes de partes de partes. Socorro. Malditas partes. ¿Están contra mí?

Fragmento de Ferdidurke, de Witold Gombrowicz

martes, 5 de agosto de 2008

viernes, 1 de agosto de 2008

ESPERANDO EL ESTRENO...


El Silencio

"...Desde el punto de vista analítico es necesario concebir la existencia de dos voces: en primer lugar, aquella cuyo timbre es audible (...); luego existe también esa otra voz, o más bien esas parcelas de la voz de otro, voz embrionaria, construida por una multiplicidad de acontecimientos que han operado como impactos psíquicos.
Esta voz fragmentaria, hecha de sollozos y risas, gritos y susurros, que se han grabado en el inconsciente a lo largo de toda la vida de un ser, es una voz inmaterial, incorpórea que, para hacerse oír, deberá recubrirse de la voz sonora.
Digámoslo en una palabra: la voz audible no es más que la envoltura sensible de una voz psíquica que, en sí, está reducida al silencio, pero que se anima dentro.
(...) A nadie puede privársele de la voz. Se la puede enmudecer en su fonación, pero nadie deja de oir sus voces interiores, esas que confortan, apaciguan, enloquecen, torturan o acunan nuestro buen dormir..."