"...Desde el punto de vista analítico es necesario concebir la existencia de dos voces: en primer lugar, aquella cuyo timbre es audible (...); luego existe también esa otra voz, o más bien esas parcelas de la voz de otro, voz embrionaria, construida por una multiplicidad de acontecimientos que han operado como impactos psíquicos.
Esta voz fragmentaria, hecha de sollozos y risas, gritos y susurros, que se han grabado en el inconsciente a lo largo de toda la vida de un ser, es una voz inmaterial, incorpórea que, para hacerse oír, deberá recubrirse de la voz sonora.
Digámoslo en una palabra: la voz audible no es más que la envoltura sensible de una voz psíquica que, en sí, está reducida al silencio, pero que se anima dentro.
(...) A nadie puede privársele de la voz. Se la puede enmudecer en su fonación, pero nadie deja de oir sus voces interiores, esas que confortan, apaciguan, enloquecen, torturan o acunan nuestro buen dormir..."
viernes, 1 de agosto de 2008
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