Gritos y Susurros se aproxima al intrincado mundo de los personajes femeninos
Nuestra opinión: BuenaBasada en la conocida historia de Ingmar Bergman, esta versión teatral de Gritos y susurros se aproxima al mundo de unos personajes femeninos ligados por una conflictiva relación familiar y, lo hace reduciendo ciertas cuestiones efectistas, para detenerse en el valor de las relaciones propiamente dichas y en unas conductas personales intrincadas, sombrías, donde la competencia y el resentimiento han dejado marcas profundas.
Dos hermanas concurren a la casa familiar donde la tercera agoniza, acompañada por su criada, con quien mantiene una relación de proximidad muy inquietante. Las tres hermanas presentan perfiles muy diferentes y el cruce entre sus personalidades provoca una dramaticidad intensa.
Riqueza y calidad
El espectáculo tiene, sobre todo, una imagen muy cuidada. La composición de cada escena ha sido analizada en detalle para tratar de develar algo más del comportamiento de esas mujeres, que siempre aparecen en espacios bien delimitados.
Quizá si la dirección hubiera profundizado las conductas de los personajes con más vigor, esas cuatro criaturas resultarían más agobiantes para el espectador y la historia se acercaría más al original de Bergman. En ese sentido, para quienes vieron la película, las comparaciones resultan imposibles y el cruce entre una ficción y la otra permite observar fuertes contrastes.
Las cuatro intérpretes exponen rasgos muy particularizados para definir a sus personajes, los que van haciéndose más intensos a medida que la representación avanza. Hay riqueza en esas composiciones y cada una tiene su momento de proyección y con ajustada calidad.
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